Año 2003
Cosmópolis . Borges en Barcelona
“Cosmópolis. Borges y Buenos Aires” es una producción del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) inaugurada el 29 de Octubre de 2002 y que clausura el próximo 16 de Febrero.
La idea, guión y dirección está a cargo de Juan Insua (Argentina), director del ciclo “Las Ciudades y sus Escritores” que se iniciara con “El Dublín de James Joyce”(1995), “Las Lisboas de Pessoa”(1997) y “La Ciudad de K. Franz Kafka y Praga”(1999).
El excelente catálogo con textos de su autoría y otros destacados escritores argentinos como María Kodama, Ana Basualdo, Beatriz Sarlo, Félix Della Paolera, Mariette Gargatagli y el malagueño Horacio Capel, relatan la relación de Borges con su ciudad. Este universo, entre lo ficcional y lo real, en el que construyó una obra literaria excepcional, revela un itinerario que va desde Palermo a todas las ciudades vividas e imaginadas.
La exposición está dividida en siete secciones que registran su obra cronológica y temáticamente.
“La Fundación Mítica”: la primera en 1536 que culminó en un terrible fracaso y la segunda en 1580. Esta doble fundación le otorga una ambigüedad que permite múltiples interpretaciones. En su famoso poema, Borges le otorga una atemporalidad que empaña sus comienzos históricos y traslada su origen a la periferia, concretamente a Palermo, el barrio donde transcurrió su niñez.
“ Fervor de Buenos Aires”: entre 1923 y 1930, período de febril actividad en el que Borges publica sus primeros siete libros, funda tres revistas y colabora en otras publicaciones. Partícipe de la vanguardia de entonces, el joven autor reflexiona sobre una ciudad que ya no existe, crea una mitología del suburbio y le otorga carácter universal.
“El Sur Metafísico” revela la devoción de Borges por tres hombres que consideraba genios: Rafael Cansino–Assens ( Sevilla,1882/1964),crítico, novelista, uno de los propulsores del movimiento Ultraísta
con quien descubre el placer de las conversaciones literarias. Macedonio Fernández (1874/1952) “un diálogo que está lejos de ser agotado” como se señala en “Correspondencia 1922-1939” entre ambos escritores, los libros de Adolfo de Obieta, su hijo, y el “Diccionario de la Novela de Macedonio Fernández”, editado por Ricardo Piglia. El tercero es Xul Solar (1887/1963). Borges queda fascinado por “ la rica, heterogénea, imprevisible e incesante imaginación” de un verdadero visionario.
De este también verdadero ciudadano del Cosmos se exhiben diez obras especialmente cedidas por la Fundación Pan Klub-Museo Xul Solar (Buenos Aires). Entre ellas, “Carta Natal de Jorge Luis Borges”(lápiz s/cartón), “Cartas de Tarot”(lápiz y témpera s/ cartulina) y algunos ejemplos del tratamiento de la ciudad: “Proyecto”(1918, acuarela s/papel), “Muros y Escaleras” (1924, témpera s/papel), “Ciudá Lagui”(1939, acuarela).
“La Ciudad Transfigurada” : el cuento “La Muerte y la Brújula” es un ejemplo de su madurez narrativa en el que por medio de ficciones, artificios, veladas alusiones de calles, lugares y personajes de su ciudad, la rue de Toulon puede ser Paseo Colón o, Triste- le Roy tiene como modelo una quinta de Adrogué—descoloca al lector. Este será el único que podrá experimentar y gozar de este asombroso juego en el que reina la ambigüedad.
“La Biblioteca Infinita”. En palabras de Insua, la Biblioteca funciona en la obra de Borges como matriz polisémica. Puede ser el Paraíso o el escenario para un relato de inspiración kafkiana. Es una metáfora de la propia literatura, una forma potencial que puede adoptar el desmesurado proyecto de cifrar o descifrar el Universo. Ilustran este segmento extraordinarias fotos de la mítica biblioteca de la calle México 564 que , cuando Borges asumió como director ya contaba con 900.000 volúmenes.
“Nadie rebaje a lágrima o reproche/Esta declaración de la maestría/De Dios, que con magnífica ironía/Me dio a la vez los libros y la noche”. Borges perteneció a un linaje de bibliotecarios ciegos que seduce por su condición mítica: el guardián de libros cuyos ojos sellados no le permiten contemplar los tesoros que vigila, sus antecesores, José Mármol, Paul Groussac .
“El Heresiarca Canonizado” está constituido principalmente por un audiovisual basado en algunas entrevistas concedidas por Borges a medios televisivos durante las últimas décadas de su vida. Analiza las razones de su fama, desmitifica su obra, opina sobre las literaturas del mundo, reivindica el ideal cosmopolita y su indeclinable amor por Buenos Aires.
“Cosmópolis”, fin de este periplo borgeano, analiza el término cosmopolita. “No significa ser indiferente a un país y ser sensible a otro. Significa la generosa ambición de ser sensibles a todos los países y a todas las épocas, el deseo de eternidad, el deseo de haber sido muchos”.
En “Atlas”, textos breves y fotografías publicado en 1984 resume su topología cosmopolita : rincones ocultos, calles y frentes de Buenos Aires pero también, París, Edimburgo, Atenas, Estambul, Roma…
Una muestra rigurosamente planeada durante dos años aproximadamente que consta de instalaciones y proyecciones lumínicas, video, fotografías, material de archivo, libros originales pertenecientes a la Fundación Jorge Luis Borges, el infaltable laberinto, cuadros, que acerca al visitante al tono barroco de sus comienzos, a la maestría de sus textos más conocidos y su deseo último, un estilo de escritura casi anónimo.
Publicado en Ambito Financiero 17/1
Victor Chab
La muestra de Víctor Chab (1930) que se realiza en las Salas Nacionales de Exposición Palais de Glace hasta fines de Agosto, abre con “Manzana sobre la mesa”, obra premiada en 1947 por un jurado entre los que figuraban Antonio Berni y Miguel Carlos Victorica y calificada como “sensible” por la crítica de ese momento.
“Diálogo”, tinta de 1952, es representativa de su pasión surrealista despertada cuando conoce a Juan Andralis, a Batlle Planas, que se intensifica cuando decide aprender francés para leer los textos de André Breton.
Desde entonces está asociado a esa corriente fundamentalísima del arte, en la que posteriormente participa de las experiencias con mescalina y ácido lisérgico conducidas por el Dr. Tallaferro, en búsqueda del estado alterado de conciencia como una apertura de la percepción.
Gracias al excelente montaje a cargo de Gustavo Vázquez Ocampo puede seguirse cronológicamente y reflexionar sobre las distintas etapas, indagaciones y preocupaciones estéticas de un espíritu inquieto y batallador, su constante quehacer, el refinamiento de sus tintas, dibujos, collages, “cadáveres exquisitos”, que responden a la noción del automatismo o sea, iniciar la obra sin ideas previas.
En los 60, por un período breve, el gesto invade la tela furiosamente pero la creación de un bestiario tenebroso dio lugar a la poética de Enrique Molina “Zoología de piedra fosforecente../formas del terror y de la nostalgia/ en cada una de vosotras permanece adherido/ un trozo nocturno/ un resto negro/ de la profundidad.”
Trabajo denso de la espátula hasta llegar a la concreción de una técnica notable, acumulación de numerosas capas de papel y óleo, vetas, rugosidades, transparencias logradas con depurado oficio del que continúa haciendo gala porque “cada técnica que adopto me va llevando a otra, así como la imagen, la obra se desarrolla como una película cuyo final ignoro”.
Esta retrospectiva que no es en absoluto una mera acumulación de obras, va guiando tanto al conocedor de su obra como a aquél que ingresa por primera vez en un mundo mágico, fantástico, de metáforas visuales, de conmoción espiritual, un exorcismo contra los enemigos ocultos de la psique, capaz de provocar estímulos y reacciones.
Las retrospectivas también ayudan a revalorizar obras como los óleos y grafitos , lápiz color , por ejemplo. “Graal”, “El enigma del ángelus”(1974), “Fragmento de un desierto” (1975), fragmentos de carnalidades encerradas en un espacio geométrico.
En los 80 una serie de figuras de guerreros, toreadores, bailarines, príncipes, collage y óleo s/tela, aparece fragmentada, dislocada, un “Humanario” que se dispersa en partículas sobre la superficie.
Cuando en 1994 cumplió 50 años con la pintura lo celebró con una serie de muestras simultáneas y consecutivas, un homenaje al Conde de Lautréamont, nom de plume de Isidore Ducasse cuyos “Cantos de Maldoror” fueron considerados por los surrealistas como una revelación.
Figuras ominosas en abrazo mortal, ojos de esferas vacías, rostros a manera de máscaras baconianas, formas escultóricas, constituían el leit motiv de esas muestras.
Chab confiesa que lo sorprendió mucho la irrupción de la figura femenina en el 94 a pesar de que ya había pintado algunas en los 70.
Quizás un eco de uno de los temas principales para los surrealistas—la mujer—
todo lo que implicaba y que había estado reprimido en el subconsciente. Debe recordarse una cita de Baudelaire que apareció al pié de un fotomontaje en el primer número de La Revolución Surrealista en 1924: “La mujer es el ser que echa la más grande sombra y la luz más intensa en nuestros sueños”.
A mediados de los 90 la forma mujer, a veces completa, a veces fragmentada, ocupa gran parte del plano por el que se desliza. La eroticidad está presente en la carga matérica trabajada como filigrama, en los infinitos recursos pictóricos, grafismos, tatuajes, la densidad colorística, los blancos de la tela enceguecedores. Nada es estático,
los cuerpos se funden, flotan.
Joven de 17 años “sensible”, surrealista, partícipe de la abstracción libre, de la geometría poética, del informalismo, humanarios, bestiarios, desnudos. ¡Pasen y vean!, como lo señaló el poeta Juan Andralis. Es la obra de un artista de gran libertad creadora.
Publicado en Ambito Financiero 29/1
Kandinsky en el Thyssen- Bornemisza
La correspondencia música-pintura es el eje de la exposición”Analogías Musicales—Kandinsky y sus Contemporáneos” organizada conjuntamente por el Museo Thyssen-Bornemisza y la Fundación Caja Madrid que se inaugurará el próximo 11 de febrero en la capital española.
250 obras que ilustran el papel activo del modelo musical en la pintura que cubre la década de 1910, período en el que se inicia el desarrollo del arte abstracto. Autores tardosimbolistas como Ciurlonis, futuristas como Severini, Balla, representantes de las vanguardias rusas, Malevich, Larionov o miembros del Jinete Azul, Franz Marc y August Macke. También algunos creadores vinculados a las artes escénicas hasta llegar a la “pintura sin tema” con obras de plenitud de Kandinsky y Paul Klee.
Hay obras de Schönberg, a quien Kandinsky conoce en 1911, Scriabin y el ya mencionado Ciurlonis, célebres compositores, un hecho que enfatiza la vinculación entre pintura y música.
“El mundo suena”, afirmaba el artista, o sea que el cuadro puede ser la representación visual de una composición musical.
Los curadores de la muestra son Tomás Llorens , conservador jefe del museo, Christian Meyer, director del Arnold Schönberg Center de Viena y Javier Arnaldo, conservador jefe adjunto , autor del erudito prólogo del catálogo.
En él hace referencia a todas las correspondencias entre estas disciplinas desde Diderot en 1765 cuando escribió: “El arco iris es en pintura lo que el bajo fundamental es en música”. Citas como la de Delacroix :
“Todo el mundo sabe que amarillo, naranja y rojo despiertan las ideas de alegría y riqueza” o como la de Goethe: “El sonido musical encuentra en el alma una resonancia porque el hombre “lleva la música en sí mismo”
Pero Kandinsky redujo los elementos de la gramática pictórica al color y a la línea, despoja a la teoría del color de todo requisito imitativo y a los atributos como claridad, oscuridad, calor, frío le agrega la sonoridad. El sonido de las trompetas y las tubas es rojo; el del fagot, violeta.
El azul claro correspondería a una flauta, el oscuro a un violoncello- instrumento que además del piano aprendió a tocar a los 8 años- y el más oscuro a los maravillosos tonos del contrabajo.
A prop´sito de la música pura y pintura sin tema, Javier Arnaldo menciona a Jean-Philippe Rameau como el representante en el siglo XVIII del matematicismo musical que destaca a la fuga como una forma musical pura, desligada de todo compromiso imitativo y representativo.
Kandinsky propone esta teoría hacia 1910 cuando en “De lo espiritual en el arte” señala que la forma es la expresión del contenido interno. Por eso Bach es admirado tanto por él como por otros pintores, Kupka, Hölzel, Klee, Braque.
La música también ingresa en el terreno de lo filosófico opuesto a su cualidad como mero entretenimiento. Arte Superior, según Schopenhauer, obra de arte total para Wagner, Strauss y Mahler se inspiran en Nietzche, Scriabin, von Hartmann y Scönberg, ya más cercanos a Kandinsky.
Otros artistas como Paul Sérusier y Maurice Denis se ocuparon de las leyes cromáticas utilizando palabras como “intensidad”, “valor”, “ disonancia”, decían: “ Hace falta soñar con el establecimiento del acorde perfecto. Do, un rojo, Mi, un amarillo, Sol, un azul o un verde”.
“¿Por qué pinta los perros de rojo y los cielos de rosa?”, le preguntaron a Gauguin.
“Todo está calculado, meditado. Es música”, contestó.
Scriabin creó el teclado de órgano de luces que se empleaba para iluminar la sala de conciertos, en sincronía con las notas musicales. Se dice que en una oportunidad asistió a un concierto en París con Rimski-Korsakov; ambos aseguraban “oír color”, al primero la composición se le aparecía amarillo, para Korsakov era dorada. No hay duda de la importancia de las intuiciones subjetivas tanto frente a un cuadro o al oír una composición musical.
En “Mirada Retrospectiva y otros textos 1912-1922”, otro libro imperdible, reeditado recientemente por Emecé, a propósito de ciertas afirmaciones de la crítica de entonces que provocaron un efecto perturbador y que el artista refuta en una conferencia en Colonia en 1914, leemos lo siguiente:
No quiero pintar música./ No quiero pintar estados de ánimo/ No quiero pintar con colores o sin colores//No quiero modificar, ni combatir, ni derribar un solo punto de la armonía de las obras maestras que nos vienen del pasado /No quiero señalar el camino del futuro.
Wassily Kandinsky nació en Moscú en 1866, pasó la mayor parte de su vida en Alemania y Francia. Estudió Derecho en Moscú pero desde muy joven se dedicó a la pintura y a la música. En 1896 se traslada a Munich donde comienza su trabajo como pintor, teórico y organizador de movimientos artísticos.
Considerado como el creador de la pintura abstracta , es una figura clave del siglo XX. Murió en París el 13 de diciembre de 1944.
Importante muestra de un artista para quien “ el elemento interior, creado por la vibración del alma, es el contenido de la obra. No puede existir ninguna obra sin contenido”.
Publicado en Ambito Financiero 6/2
Lowe Art Museum Paisaje Latinoamericano
En el Lowe Art Museum (Coral Gables) perteneciente a la Universidad de Miami se exhibe “¿Paraíso Perdido? Aspectos del Paisaje en el Arte Latinoamericano” .
Edward J. Sullivan, autor del ensayo introductorio del excelente catálogo bilingüe, titulado “Algunos Comienzos” se refiere a los artistas paisajistas del siglo XIX y comienzos del XX que comparten similitudes conceptuales y estilísticas con sus contemporáneos ingleses y franceses, es decir , una visión idílica , utópica. Mucho deben también los paisajistas latinoamericanos de esos tiempos a los “artistas- viajeros- reporteros” como Rugendas (Alemania) , Egerton (Inglaterra) o a Debret ( Francia) que fue invitado para “ europeizar” el arte brasileño.
Están aquellos que trabajaron en la modalidad romántica o postromántica como Gerardo Murillo ( México), más conocido por Dr. Atl, con sus exuberantes vistas del valle del centro de México en estridentes colores y técnicas que guardó en secreto toda su vida.
Sullivan considera a Fernando Fader como “la personificación del Impresionismo Argentino”, quien junto al español Sorolla conquistaron a la clase conservadora.
El paisaje entonces constituía una necesidad de articular la noción de identidad nacional así como la oportunidad de aquellos que pudieron estudiar en Europa durante las décadas del 20 y del 30. Al volver a sus países adaptaron el Cubismo, Futurismo o Expresionismo a sus circunstancias estéticas o sociales.
Diego Rivera de quien se exhibe “Paisaje Zapatista” (1915), obra de neto corte picasiano en la que la figura de Emiliano Zapata aparece en medio de un Valle de México fragmentado.
Entre otras obras se destaca “A Lua” (19289 de Tarsila do Amaral, una visión sintética, apasionada del paisaje montañoso de Mina Gerais.
En la Bienal de San Pablo de 1998 pudimos ver la obra del venezolano Armando Reverón, gran investigador de la forma, la luz y el color, una reducción monocroma que en esta exposición se traduce en “Dunas de Catia La Mar (1925), perteneciente a la Colección Patricia Phelps de Cisneros.
Del argentino Xul Solar hay una acuarela s/papel “País duro en noche clara” perteneciente a sus series de paisajes oníricos realizados entre los 30 y 40.
Wifredo Lam (Cuba), figura insoslayable, amigo de Picasso y Breton, está presente con un estudio de 1942 realizado en témpera, pastel, s/papel s/ tela,del famoso cuadro “La Jungla”que se encuentra en el MOMA de Nueva York.
En esta suerte de revisión actual de lo latinoamericano, el autor señala la necesidad de concentrarse en las cualidades distintivas de sus personalidades y no caer en el estereotipo de lo regional.
Obras de Clemente Orozco, Rufino Tamayo, Roberto Matta, Gunther Gerzso en un panorama que no pretende , según los organizadores, ser exhaustivo.
Muchos artistas nacidos después de 1920 se acercaron al paisaje desde la abstracción o desde un estilo en el que prevalece lo simbólico, lo imaginario o lo surrealista.
Entre ellos, el colombiano Alejandro Obregón (1920-1992) sostenía que sus obras aludían a “drama, catástrofe, registro de vida, reportaje y un poco de todo”.
Fernando de Szyszlo (Perú, 1925) realizó una exposición en 2002 en Buenos Aires. Sus paisajes abstractos nos remiten a lo precolombino por sus formas y colores. Otro artista es Armando Morales (Nicaragua, 1927) que se destaca por sus majestuosas selvas pobladas de malezas.
“Man Reading a Book”(2001) de Fernando Botero, (Colombia, 1932) planta a un rotundo personaje en primer plano con un paisaje de techos como telón de fondo. Revela , una vez más, su adhesión a los maestros de la pintura del pasado. El cubano – norteamericano Julio Larraz(1944) tampoco esconde su admiración por los maestros del pasado con sus “ vedutas” o ventana pictórica, pero por estas penetran la luz y el mar caribeños.
Hay artistas cuyos paisajes están cargados de significado político-social, p.ejemplo, Rodolfo Abularach (Guatemala), Alfredo Castañeda (México) y José Bedia (Cuba).
¿Paraíso Perdido? El título no es caprichoso. América Latina está asociada a lo exótico, a la identificación de lugares descubiertos del “Nuevo Mundo”, artistas viajeros, verdaderos documentadores de costumbres, misiones científicas y artísticas que en el transcurso del tiempo dieron lugar a la creación de Escuelas y academias de Bellas Artes, museos, fundamentales en países del sur del hemisferio como Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. También el deslumbramiento como en el caso del lituano Lazar Segall que pinta al Brasil exuberante y el nostálgico redescubrimiento de su país cuando Tarsila do Amaral lo pinta desde París .
Las obras aquí reunidas no sólo remiten al paisaje como lo conocemos en sí, sino a una red de situaciones en la que se mezclan la política, la ecología o el humanismo. Es que el paisaje de hoy está fundamentalmente en lo urbano que se impone en las grandes y caóticas metrópolis.
Debe recordarse que para los surrealistas europeos América fue un continente fantástico y es extraordinaria su influencia en artistas aún nacidos en los 50, p.ejemplo, el cubano norteamericano Mario Bencomo, cuyas flores o plantas carnívoras devoran el resto del paisaje.
La presencia de uniformes camuflados del ejército del chileno Arturo Duclos transforma en ominoso el bucólico panorama de un pueblito rural así como el guatemalteco Moisés Barrios muestra en “República Bananera”, una imagen invadida, vigilada o salvada por aviones militares.
José Gamarra (Uruguay), tras una fachada de jungla pintada a la manera de los pintores viajeros, señala que “la conquista” de América sigue vigente.
El argentino Sebastián Spreng, radicado en Miami desde hace casi 20 años, presenta obras de carácter especular, un paisaje que se transfigura en un espacio pequeño donde predominan intensos rojos y ocres , revelador de su interioridad.
“Paraíso Perdido” alude a lo que queda de él, ya que el hombre se ha encargado de destruirlo. También es aquello que llevamos dentro, imágenes que no se borrarán o que jamás veremos.
Completa la exposición que cierra el 6 de abril, un importante conjunto de fotografías de destacados artistas que cubren la evolución del género desde 1900 hasta la actualidad.
Publicado en Arte al Día 2/3
Gambartes- Mito, Magia y Misterio
Existe una extensa bibliografía acerca de Leonidas Gambartes (1909-1963), el gran pintor rosarino a quien se le han dedicado importantes muestras retrospectivas y homenajes.
La que actualmente se exhibe en la Sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta conmemora los cuarenta años de su fallecimiento y está estructurada , bajo la curaduría de Ana Canakis, alrededor de tres temas principales : “Los Suburbios”, “Los Cartones de Humorismo” y el denominado “Mito, Magia y Misterio”.
A la manera de una visita guiada recorreremos aquellas obras de los barrios suburbanos ,tema que no tenía prestigio social, paisajes del litoral, habitantes de las barriadas ribereñas originadas en su interés por la fotografía la que retiene aspectos de la realidad circundante.
Acuarelas delicadísimas de apuntes naturalistas como “Arroyito Ludueña”(1937) con el que obtiene la Medalla de Oro en el Premio Salón Anual de Artistas Rosarinos o “Paisaje de Barrio” (1947), muy subjetivo, de vibrante materia.
Los diez “Cartones de Humorismo”, témperas s/papel, fueron ejecutados a manera de diversión entre 1937 y 1942. De carácter lúdico, anecdóticos, algunos aptos para niños pero de los que no están ausentes la crítica y la fina ironía.
En “Cartón para la Vuelta de Mambrú” hay atisbos surrealistas en los que se mezclan Yves Tanguy y Berni. “Circo”, “Motivo No Apto Para Mayores”, “Itinerario de Sueños”revelan figuras que oscilan entre lo grotesco, la intención burlona, la fantasía y lo onírico. Son de color intenso, predominan azules y violáceos, toda una gama de matices, un dibujo franco.
Los dibujos a pluma, calificados por el artista como “oníricos”, pertenecen a una etapa en la que “ necesitaba matar mis fantasmas individuales para poder ocuparme de los demás”. Dibujos minuciosos de personajes irreales con elementos vegetales y animales, escenas de monstruos, por ejemplo: “Acuario”, “Los Amantes” o “El Aquelarre”.
Hay dos hechos fundamentales en la vida de Gambartes: las enseñanzas de Antonio Berni en la Mutualidad de Estudiantes y Artistas Plásticos de Rosario que cofundaron entre 1933 y 1934–cerrada por la policía en 1938—y el libro de Torres García “Universalismo Constructivo” que su amigo Roger Pla le aconseja leer a fin de “no quedarse estancado en el surrealismo”.
A partir de entonces se produce ese vuelco que lo lleva a hacer un arte de América que no deseche el patrimonio de la cultura universal. Modifica el tratamiento de las figuras, de los objetos, construye geométricamente, mide, como lo indicaba el Maestro, horizontal y verticalmente y busca un orden no imitativo.
“Las Lavanderas”, “La Pileta” (1949), “La Confidencia” 81951), “La Poseída”, “Nocturno Agorero”, “Conjuro Mágico” (1953), “Figuras en Azul” 819569, son algunas de las obras del tema “Mito, Magia y Misterio”, título de la muestra.
Realizadas en cromo al yeso, una nueva técnica sobre cartón o hardboard, con cola y yeso que luego lija hasta obtener una superficie texturada donde aplicará el color. Usa la acuarela y el óleo, obtiene, a través de tenues pinceladas y raspados, un entramado leve y transparente, el blanco luminoso es primordial.
Escenas de la vida cotidiana, figuras en el paisaje, mujeres trabajando o en el papel de hechiceras. Un trabajo obsesivo ligado a su oficio de cartógrafo, a una miopía que sólo le permitía enfocar apenas veinte centímetros del espacio de la tela y principalmente a una suerte de ritual en el que la noción de tiempo desaparece.
Se llega así a 1951. Las formas , frontales, planas, remiten al Payé (brujo de las tribus de tronco tupí-guaraní del que se encuentran restos raciales y culturales en el Litoral), curador de males, provoca el encantamiento amoroso, predice la muerte y que aparece por primera vez en la pintura argentina. Totémico, pétreo, fragmentado, geometrizado, una figura dentro de otra figura, marcado visceralmente, rojos y ocres intensos, textura espesa, el color de la tierra.
Fósiles, Felinos y Mitoformas también forman parte de esa producción por el que comienza a ser reconocido y virtualmente consagrado en Buenos Aires con motivo de su exposición en Bonino en 1954 con prólogo de Manuel Mujica Láinez, texto que se reproduce en el catálogo así como los de otros estudiosos y conocedores de su obra.
Fascinante, trascendente, su pintura exige- más allá de saber acerca de la mitología representada- “un público que se detenga a mirar morosamente mi pintura”. Era el deseo de un hombre que esperaba que su sincera actitud frente al arte le fuera correspondida.
Publicado en Ambito Financiero 22/5
Alberto Delmonte en Palatina
Dice la leyenda que un mandarín contrató a un pintor para que pintara un paisaje del lago frente a su casa. Pasaba largas horas frente al caballete y la tela siempre estaba en blanco El mandarín le reprochó.”Te pagué para que pintaras el lago pero no has trazado una línea”.
–“Estoy esperando ser junco, ser agua…”, respondió el pintor.
Esta anécdota Zen podría aplicarse a Alberto Delmonte cuando se planta ante la tela y espera que aparezca una imagen, producto de honda meditación ya que, según confiesa, nunca tiene un propósito deliberado.
Delmonte está indefectiblemente asociado a la cultura precolombina y al constructivismo rioplatense . Sin embargo no queremos insistir en esto para no encasillarlo ya que cada presentación suya, como la actual exposición en Palatina, revela cómo logra llegar a la esencia de la pintura, persiguiendo ese “quiero ser junco, ser agua…”
Utiliza los clásicos recursos del hombre y su cultura, “zona pallay”, y lo que la naturaleza recibe del hombre o “zona pampa”. Otro de sus recursos es la arquitectura andina y de mezoamérica, por ejemplo, Tiahuanaco, los tejidos y las cerámicas de colores restringidos.
Su paleta, en consecuencia, se limita a ocres y amarillos, negros y blancos, grises, y en esta ocasión, debemos destacar un azul modulado, color sacral, el de “Barca con Cruz del Sur y Luna”, “porque me era necesario en ese momento”, como lo fue algún lila en su anterior muestra.
En el largo proceso frente a la tela, todo nace desordenado, empieza por un gesto, por un impulso y así reitera ciertos signos que están en la raíz de sus creencias. La flecha (poder de la creación), la escalera (ascenso hacia la espiritualidad),la semilla (la progresión humana), la espiral ( la transición de la vida), ciertas letras y en estas obras, el número 33, fecha de su nacimiento, un capricho muy bien resuelto plásticamente.
En la gran mayoría de las obras hay una estructura vertical, totémica, un constante entrecruzamiento de líneas que intentan desplazarse más allá de los planos de color que las contienen.
Ese nacer desordenado encontrará su cauce y al contemplador le llegará la unidad, el orden, el equilibrio, el ritmo y el tono, reglas que Delmonte no abandona pero de las que tampoco es prisionero.
Tampoco es prisionero de supuestos valores creados desde el mercado, por eso, además de revelar su ser, su obra es universal y trascendente.
Publicado en Ambito Financiero 12/6
Guillermo Kuitca
Más atemperados los ecos mediáticos de la exposición “Guillermo Kuitca 1982-2002”, centrados en la curiosidad del “pintor exitoso que no expone desde hace 17 años en la Argentina”, “nadie es profeta en su tierra”, “el pintor argentino que vende más caro”, “el maestro más joven” o “talento o marketing”, es necesario reflexionar sobre su obra.
Compleja, en la década del 80 y parte de los 90, conmovedora, llena de alusiones, responde a los parámetros transvanguardistas, desmañada y por consiguiente, sensible, imprevista, imprecisa, que da rienda suelta a su subjetividad.
“Tengo memoria de cómo el arte me ha afectado”, confiesa. La obra de otros artistas, la literatura, la música, el cine-aunque también confiesa que cuando incluyó un fotograma de El Acorazado Potemkin en el cuadro “El Mar Dulce” (la escena del cochecito de bebé cayendo por la escalera de Odessa), sólo había visto una ilustración sobre la película, admiración por Pina Bausch a quien vió por primera vez en Buenos Aires en 1980, que influirá en el espacio escenográfico.
Todo se conjuga en el corpus de una obra que, según consta en el catálogo, ha sido objeto de atención a través de casi trecientas notas periodísticas y críticas, se ha visto en los circuitos internacionales y pertenece tanto a colecciones privadas como al acervo de los más importantes museos del mundo.
La muestra abre con la serie “Nadie olvida nada”(1982),título alusivo a la ausencia. Dibujo muy esquemático, casi primario, personajes femeninos de espaldas en un espacio donde hay escasos elementos pero uno, principal y recurrente, la cama, lugar del placer, la evasión, el origen y el fin. Tema de un poema de Emily Dickinson que finaliza “… no dejes que el amarillo ruido del amanecer interrumpa este suelo”, citado en el libro de Fabián Lebenglik sobre el artista publicado en 1989.
“El Mar Dulce”, título poético para el Río de la Plata adonde llegó su familia desde Odessa, tiene connotaciones sobre el sexo, la religión, la liturgia judía y la escena del film de Eisesntein. “Si yo fuera el invierno mismo”, “Siete últimas canciones”, inspirado en las “Cuatro últimas canciones de Strauss, “Sin título” (Van Gogh) , una suerte de sueño del artista acerca del famoso cuadro de la habitación del gran holandés son verdaderos escenarios donde se desarrolla o desarrolló el drama de la soledad del hombre que aparece empequeñecido, una característica de los 80.
Hacia comienzos de los 90 aparecen las plantas de departamentos. Con coronas de espinas, con huesos, el aparato circulatorio o la palma de la mano, el espacio ya no es teatral sino íntimo y contienen frases confesionales, algunas clave respecto al deseo de protección, “Gimme Shelter” o las jeringas relacionadas con el SIDA.
Después vendrán los mapas, los primeros, de Alemania. En realidad no importan a qué lugar pertenezcan, para el artista y por qué no para el contemplador, los derroteros tendrán significado ,las líneas que llevan de uno a otro lugar o al obsesivamente señalado como “San Juan de la Cruz”. Están instalados sobre camas o colchones pero el artista dice: “son pinturas, telas y no camas, confirmando que la pintura es su territorio.
Las diez pinturas de “La Tablada Suite” muestra plantas arquitectónicas de cementerio, estadio, prisión. Un dibujo claustrofóbico, pesadillezco.
Este esquema pero al que quiebra en su rigidez y encerramiento es el utilizado para una serie de plantas de diferentes teatros o la serie L´Encyclopédie, planos de techos y pisos descriptos por Diderot, desfigurados por el agua arrojada sobre la tela. Muy acorde con la idea acerca de su forma del conocimiento del mundo que radica en ese movimiento por el cual el mundo se va borrando.
Entre el año 2000 y 2002 realiza The Ring, una serie basada en la tetralogía wagneriana, a la manera de portadas de diversos sellos discográficos, sobre versiones de distintas orquestas dirigidas por Furtwängler, Pierre Boulez y Levine.
La Suite Neufert, así llamada por el nombre del autor de un manual de arquitectura que permite la previsión metrológica de la presencia de objetos en el espacio, está compuesta de nueve telas en azul Chroma, glacial, distante, que remiten a confesionarios, oficinas, máquinas tragamonedas, espectáculos para voyeuristas que nos recuerdan la obra sobre papel de los 70 recientemente exhibida de León Ferrari pero sin la presencia humana o al concepto de las fotografías del alemán Andreas Gursky acerca de la incomunicación.
Cierra la muestra una obra de carácter hiperrealista “Terminal”,una cinta desde donde se recoge el equipaje en los aeropuertos y más allá de la anécdota de la pérdida de una valija, quizás un continuum premonitorio e impredecible de las ideas que están latentes, así como su “currículum”que se disuelve, borronea y así empezar de nuevo.
Publicado en Ambito Financiero 28/6
Ar Detroy-Envío Argentino-Bienal Venecia
La Cancillería Argentina, a través de su Dirección General de Asuntos Culturales, auspicia la presentación del destacado artista del videoarte Charly Nijensohn en el marco de la 50° Bienal de Venecia inaugurada el 13 de Junio.
Sus obras responden al tema de la presente Bienal, “Sueños y Conflictos. La Dictadura del Espectador” (Ambito Financiero 20/2/03) en cuya base ideológica está el mundo total opuesto a su fragmentación tanto política como geográfica y se exhiben en el Convento de San Cosme y San Damián en la Giudecca bajo la curaduría de Mercedes Casanegra.
Charly Nijensohn (1966) ejerció la docencia de Diseño Audiovisual y de Medios Expresivos en la Universidad de Buenos Aires. Fundador de la Compañía de Arte Experimental ArDetroy (1988-2002), en 2001 es invitado por Peter Greenaway y Achile Bonito Oliva a participar en la Bienal de Valencia.
En 2002 reside como becario en el Banff Centre For The Arts, Alberta, Canadá y actualmente vive y trabaja en el Podewil Centre For Contemporary Arts, Berlín, Alemania.
Ganador del Premio Konex de Platino en Videoarte, sus obras han sido adquiridas por instituciones como el Museo Nacional de Bellas Artes y el MOMA (Nueva York).
Según Graciela Taquini y Rodrigo Alonso, autores del libro “Buenos Aires Video X”, esta disciplina iniciada aproximadamente en los 70 , dará lugar a una generación videasta que a fines de los 80 tendrá su epicentro en el ICI (Instituto de Cooperación Iberoamericana). Entre 1992 y 1994 surgieron nuevos videastas pertenecientes a otras actividades artísticas como cine, danza, teatro y entre ellos, el grupo Ar Detroy cuyos miembros provenían de La Organización Negra.
Este grupo teatral, de carácter anónimo, realizaba intervenciones urbanas, video instalaciones y entre sus obras más destacadas se encuentra “Diez Hombres Solos”, “Errantes”, “El Fin de la Historia”,”El Abandono”
Una estética que conjuga lo religioso, la ecología, la soledad del hombre y un entorno hostil. El cuadro inicial que se proyecta sobre varias pantallas, aparece vacío. Poco a poco, la imagen que se revela, a veces borrosa, permite logros de gran nivel estético. No hay objetivos ni narración lineal, es el mínimo instante
de un hecho , los protagonistas pueden ser hombres o mujeres, la imagen aparece y desaparece en la inmensidad del paisaje que no está utilizado como fondo.
Una de las obras de Nijensohn se titula “Un Acto de Intensidad”(1998)y fue presentada en 1999 en el Museo de Arte Moderno. La escena tiene lugar en la Salinas Grandes de Jujuy a 4500m. Cinco pantallas muestran una inmensidad de sal, varios seres sentados o parados sobre pedestales miran en distintas direcciones. En esa aridez extrema no hay comunicación alguna, sólo se oye el viento. Otra vez las imágenes aparecen y desaparecen. “Centinelas silenciosos…asisten, sin comentarlos a las tempestades de bruma, arena y sal que atraviesan regularmente las inmensidades”, según Pierre Bongiovanni, en un poema escrito especialmente para el artista en abril de este año.
Iniciado en Banff, “Viaje Hacia Ningún Lugar”, forma parte del Proyecto Polar y al que el artista piensa como “un lugar extremo donde el hombre encuentra los valores morales que son los cimientos de la existencia, un lugar que confirma la capacidad de supervivencia del ser humano en las circunstancias naturales más severas”.
El protagonista parte de Santa Cruz en un avión Hércules. Con los ojos vendados , desconoce su destino, que se presume es la Antártida. Una especie de pesadilla con el rugir del Hércules como fondo.
Publicado en Ambito Financiero 4/7
Alfredo Hlito—Retrospectiva 1945-1993
“Alfredo Hlito—Retrospectiva 1945-1993” que se exhibe en la Sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta está compuesta por 106 obras entre pinturas y dibujos provenientes de colecciones privadas, Fundación Banco Ciudad y Ministerio de Relaciones Exteriores.
Encarar la obra de este artista (1923-1993),exige también leer sus Escritos sobre Arte, esclarecedores, ya que nos va llevando de la mano por las distintas etapas de su quehacer estético.
Desde sus interrogantes y reflexiones sobre el Arte Concreto– debe recordarse que fue miembro de Arte Concreto-Invención—recopilados y publicados en 1955 por la Academia Nacional de Bellas Artes, así como el Prefacio a la edición en castellano de “Documentos para la comprensión de la pintura moderna” de Walter Hess (1967). Entre otras publicaciones, “El hombre como Sujeto de Arte”(1985), notas sobre Victorica de quien admiraba el color y la “pintura interior” de Lacámera, prólogos a libros de Murena y otros autores.
Hombre cultísimo, siempre actualizado sobre las corrientes del siglo XX, leía a Francastel, Read, Venturi, Wörringer, Merleau Ponty.
“Yo empecé a pintar cuando me puse en la órbita de Joaquín Torres García”, por eso , algunos cuadros de 1945 remiten a la trama ortogonal del maestro uruguayo. Más adelante realizó objetos bidimensionales de marco recortado ya que “liberar la pintura del marco rectangular significa romper con la preeminencia de la función ortogonal y con la convergente estática que se desprende de ella”.
Hacia 1947 pinta “ Ritmos Cromáticos”, “Estructuras Bandas”, “Estructuras sobre el dominante horizonte” que revelan su admiración por los “puros” como Mondrian, Max Bill y Vantongerloo.
Hay un período puntillista, “un toque leve, casi tímido, el trazo dejado por el pincel con colores diluidos hasta la transparencia…”.Se genera entonces la serie de los “Espectros”. Le preocupa la abolición del tema y la visualidad pura.
Hacia 1962 comienza otra serie, “Efigies”, expuesta por primera vez en 1977 en México donde vivió entre 1963 y 1973 y en el que fue Director del Departamento de Diseño Gráfico de la Editorial Universidad Nacional Autónoma.
Formas densas, monumentales, protagonistas únicas a las que les dedica un poema en que habla de su obsesión por ellas.
Realiza los “Simulacros”, estructuras lineales abiertas, de gran severidad y también lirismo a causa de un cromatismo en el que se distinguen sutiles combinaciones de azules, verdosos, rosados, violáceos y tierras.
Un artículo sobre pintura rusa de los siglos XIV y XV que describía un biombo cubierto de íconos llamado Iconostasis y que dará nombre a otra serie , es el disparador para reunir sus “Efigies”. Las dispuso en diferentes versiones, de manera frontal y ordenada , en tonos severos.
De su última exposición en Ruth Benzacar en 1993, inaugurada pocos días antes de fallecer, recordamos “Efigie Observada”, “Efigies Especulares”, “Tema Tripartito” en verdes, color que nos confesó, amaba o “Cíclope en el Paisaje”, obras misteriosas como casi toda su producción.
¿Por qué atraen estas imágenes herméticas, tan enigmáticas y de gran contenido espiritual?. El contemplador se encuentra ante el Gran Arte, el que aún puede provocar emoción, el que no se olvida.
Se ha publicado un libro-catálogo de 150 páginas, ilustrado con todas las obras expuestas, profusa bibliografía, prólogos de Nora Hochbaum, Liliana Piñeiro, una presentación de Tomás Maldonado, cofundador de la Asociación Arte Concreto- Invención, profesor emérito de la Universidad Politécnica de Milán y un profundo análisis de la totalidad de la obra del artista escrito por Nelly Perazzo, Miembro de Número de la Academia de Bellas Artes.
Publicado en Ambito Financiero 11/7
Norma D´ Ippolito en el Museo Sívori
El revelador acto de sumergirse en el pasado o en lo que ya ha sido hecho, es el desafío del dualismo tradición –contemporaneidad, el choque frontal con el enigma de aquellas fuerzas a las que se refería Paul Klee que hace que nosotros seamos”uno con el Universo”.
Esta es la puerta estrecha por la que debe pasar el artista para poder extraer y proyectar sus experiencias que se agregarán a la de sus predecesores y esta reflexión nos introduce en el quehacer escultórico de Norma D ´Ippolito.
Así como años luz es una unidad que mide los espacios celestes, su unidad de medida es “20 Años-Piedra”, título que le ha dado a su muestra, de carácter celebratorio, que se exhibe en el Museo Sívori.
Alrededor de 20 obras, desde sus primeras tallas en esteatita realizadas en 1983 y “Tauromaquia” en las que se demora en el tratamiento de superficie.
Más adelante el espacio adquiere protagonismo, pero más esenciales son los espacios internos que D´Ippolito logra en el curso de su búsqueda.
Hacia 1992, la muestra “Bestiario” presentada en la Galería Suipacha, constituyó un cambio fundamental ya que la concreción de elementos zoomórficos la lleva a la abstracción.
En la búsqueda de nuevas áreas de expresión, encuentra un tema ancestral: el desnudo femenino, que habla de Eros y del origen de la vida. Pero la artista no copia fielmente la anatomía. En sí mismo es un fragmento, pies, manos, caras han sido suprimidos, el cuerpo aparece sugerido, despersonalizado, la mujer abstracta.
Las torsiones permiten ángulos simultáneos de visión y generan un cierto temblor en la materia, quebrando así la inmovilidad pétrea del Carrara.
D ´ Ippolito se apasiona con la sutileza de la luz sobre la superficie y gran parte de estas figuras remiten a un belleza serena, límpida, mediterránea. Esa luz acentúa la tersura de las piezas pulidas en las que muchas veces se conjuga lo opuesto, es decir, partes rugosas, propias de la piedra en las que la herramienta ha dejado su huella.
Ejemplo de ello son “Cara y Ceca”, “Cuerpo y Alma”, “Luz y Sombra”.
Hay obras que exigen una doble lectura como lo señala Hugo F. Bauzá en el prólogo del catálogo, “en el más puro estilo borgeano, la del espejo y la bipolaridad entre anverso y reverso”.
Esta escultora no se ha sometido a cánones ni movimientos . Perfeccionista y obsesiva , ama a los clásicos y se alimenta del pasado para reinventar permanentemente su apasionado quehacer del presente
Publicado en Ambito Financiero 25/7
Art Santa FE y exp. en Los Angeles Arte al Día
Entre el 11 y 13 de Julio tuvo lugar la Feria Art Santa Fe 2003-iniciada en 1995- de carácter bienal, que se realizó en el Sweeney Convention Center de dicha ciudad, estado de Nueva Méjico, USA. Asistieron 40 galerías de los Estados Unidos, Méjico y Europa y a diferencia de otras ferias internacionales se coincide en calificarla, por su escala, como “feria boutique”.
Ya establecida en el calendario artístico, concurrieron más de 3000 personas, un número irrisorio si se lo compara con Art Chicago, Art Miami, Arco, Art Basel o nuestra ArteBa que este año tuvo un record de asistencia calculado en 100.000 personas.
Entre las galerías extranjeras destacamos la presencia de Kreisler, (Madrid). Presentó obras de carácter concreto- espacial de Carlos Evangelista, de Urban y sus relieves de estética personal y los desolados paisajes verticales de Juan Díaz, artistas conocidos en Buenos Aires.
En otra galería española, Isabel Ignacio, (Sevilla), sobresalieron las pinturas de Pedro Castrortega con sus formas escultóricas que danzan en el espacio. De las cuatro galerías de Alemania , concurrencia subsidiada por el estado, nos interesó el conjunto presentado por B. Haasner (Wiesbaden).
Muy coherente el nivel de calidad de artistas en el espacio de Jerald Melberg (Charlotte, USA) con obras del argentino Raúl Díaz a quien representa y del patrimonio de Robert Motherwell.
Uno de los puntos más altos, lo constituyó el stand de Arber and Sons Editions. “Songs of Experience”, ediciones únicas, numeradas, refinadamente encuadernadas, de la exquisita poesía de William Blake, acompañada de la transgresora e inigualable fotografía de Joel- Peter Witkin .Sus temas son aquello que constituye la existencia humana, la historia, la belleza y como lo señala el artista “ en este mundo violento y visualmente empapelado, he elegido evocar la oscuridad, como Goya, Blake o Redon”.
José Bedia es un artista cubano que vive en Miami, muy cotizado y cuya obra admiramos. Sin embargo, las obras expuestas en 108 Contemporary Art (Miami), fueron algo decepcionantes.
Nos interesó otro cubano por su esotérica imaginería , Alejandro Mazón, en el stand de la galería George Billes (Nueva York), ciudad donde vive el artista.
Volvió a llamarnos la atención una artista que vimos hace un par de años en una feria de Palm Springs: Sandy Skoglund y sus inquietantes , pesadillescas imágenes en Rule Gallery, (Denver).
Constituyó una agradable sorpresa encontrar obra del argentino Andrés Videla junto a otras de primer nivel de David Linn, un tratamiento pictórico en cepias que parece fotográfico en el espacio de Turner Carroll Gallery (Santa Fe).
De otra galería de Santa Fe, Charlotte Jackson Fine Art, nos interesó William Metcalf y sus obras cinéticas en acrílico s/ madera así como los artistas enrolados en el arte geométrico.
Excelente lo expuesto por Evo Gallery (Santa Fe) con obra gráfica de Richard Serra y un impecable como minucioso trabajo en papel., mapas doblados o las páginas hecha jirones de Mary Bennet.
Currents 2003, una exhibición de video-instalaciones, ocupó el piso superior del Sweeney Convention Center, con trabajos en televisores simultáneos y performances.
Conocimos al mítico Robert Hughes. Invitado especialmente por el comité organizador de la feria presidido por Charlotte Jackson, el crítico australiano escribió en la revista Time durante más de tres décadas, autor de más de 11 libros, entre ellos, “The Shock of the New”, “American Visions” y su famosa recopilación de artículos en “Nothing if not Critical”, traducido al castellano como “A toda Crítica”.
Publicado en Ambito Financiero 3/8
La Transvanguardia Italiana
A partir del sábado 9 de agosto se podrá visitar en la Fundación Proa la muestra titulada “La Transvanguardia Italiana”, cuyo curador invitado es Achille Bonito Oliva. Graduado en jurisprudencia y filosofía, Caballero de las Artes y las Letras de la República de Francia, controvertido crítico de arte que acuñó el término de este movimiento, es autor , entre otras obras, de “Vida de Marcel Duchamp”(1976), “La Transvanguardia Italiana”(1980) y una edición argentina de 1982 traducida por Carlos Espartaco que a su vez, prologó “Superarte”(1996).
En 1979 presentó por primera vez a cinco pintores que, en una época dominada por lo conceptual, proclamaban el retorno al placer de una ejecución manual que devuelve la pintura al mundo del arte.
“Transvanguardia significa, según Oliva, “nomadismo, el no compromiso definitivo, la
obra no es el resultado anticipado de un proyecto o ideología, se forma bajo la pulsión de una mano que se hunde en la materia del arte, una combinación entre idea y sensibilidad”.
Empecemos por Sandro Chia (Florencia, 1946). Obtuvo su diploma en la Academia di Belle Arti de su ciudad natal en 1969.Vive y trabaja entre Nueva York y Roma Sus figuras son manieristas, grandilocuentes, con referencias a artistas que van desde Chagall a Picasso, Cézanne, De Chirico o Carra. Obra de carácter épico, operístico, a veces lírica y nostálgica como “La Mentira”.
Enzo Cucchi (Ancona,1949), autodidacta. A mediados de los 70 renueva su interés por la actividad artística y se encuentra en Roma con Sandro Chia y Francesco Clemente.
Comentamos su muestra del Centro Cultural Recoleta en 1997: obras enraizadas en la pintura del pasado pero con recursos en los que aparece la fragmentación y una materia muy cargada a la que adosa cerámicas, aluminio, goma.
Contienen elementos figurativos y abstractos combinados con otos motivos, alusiones, un depósito energético de ideas diferentes, torrentes de lava, calaveras, cruces, ojos, en una gran tradición dibujística. En una ocasión dijo que se maravillaba ante las grandes obras de la historia y de cómo, pese a la transformación del mundo, “ la pintura todavía estaba intacta”.
Francesco Clemente (Nápoles, 1952), el tercero de las tres C, también autodidacta .Se traslada a Roma en 1970 y se conecta con artistas como Cy Twombly y Alighiero Boetti que influyen en su carrera artística.
Utiliza diversos medios como fresco, pastel, acuarela, óleo y su obra está plagada de referencias al ocultismo, el tarot, la nigromancia, quizás debido a sus frecuentes viajes a la India donde también tiene un estudio, el ciclo de la vida humana, alusiones sexuales y funciones corporales.
Nicola de Maria (Foglianise, 1954). Se graduó de médico y se especializó en psiquiatría pero nunca ejerció ambas profesiones. Después de mediados de los 70 se dedica a la pintura con técnicas utilizadas por los grandes maestros italianos. Se sale del marco para invadir el espacio y sus abstracciones que se traducen en exaltados campos de color nacen de un impulso subjetivo.
Consideramos a Mimmo Paladino (Paudi, Benevento, 1948) como el más interesante de los cinco artistas. En noviembre 2002 vimos una muestra de pequeñas técnicas mixtas en el Museo de Arte Moderno que calificamos de cámara.
La lectura de sus cuadros lleva al contemplador a asociaciones del pasado de la historia del arte, de manera legible, cargada de referencias dramáticas de culturas africanas, medievales, pintura rupestre, un mundo arcaico, ritual, místico. Una imagen compacta en la que los componentes se van adosando unos a otros.
En suma, un momento fundamental en el que el artista volvió a dar rienda suelta a su subjetividad en oposición al dogmático rigor de los 70.
Estos artistas influyeron notablemente en un grupo de jóvenes argentinos como Guillermo Kuitca, Osvaldo Monzo, Armando Rearte, Duilio Pierri, Alfredo Prior, Rafael Bueno, y como señala Carlos Espartaco, crítico que en cierta forma lideró la corriente en Buenos Aires, “la transvanguardia produjo un contagio, una contaminación espontánea”.
La muestra está organizada por la Embajada de Italia en Argentina, Instituto Italiano de Cultura, Incontri Internazionali D´Arte, Roma, Fundación Proa y auspiciada por Tenaris, Organización Techint.
Publicado en Ambito Financiero 8/8
Después de visitar Santa Fe–Raúl Alonso
Después de visitar Santa Fe, Nueva México, estuvimos en Los Angeles, California. En LA MOCA (Los Angeles Museum of Contemporary Art) nos encontramos con Charlie. Es el robot que debutó en la actual Bienal de Venecia creado por Mauricio Cattelan(43) que se hizo famoso por su irreverente escultura del Papa Juan Pablo II tirado en el suelo con crucifijo y casulla con un meteorito a su lado. En 1996 imitó los cortes de Lucio Fontana pero en la forma de la letra Z, asociada al personaje del Zorro.
En 1999 usó metros de cinta adhesiva para pegar a su galerista a una pared, una suerte de mural instantáneo. También fue el autor del famoso letrero con la palabra Hollywood que instaló sobre una colina, un basural de Palermo, Sicilia, durante la Bienal de Venecia de 2001 y que muy pocos vieron in situ. La cuestión es que Charlie, hecho de latex, ojos inquisidores, nariz prominente, en realidad, su rostro de adulto en cuerpo de niño, anda en un triciclo azul y persigue al visitante que mira los cuadros de la exposición permanente de las Escuelas de París y Nueva York.
Está dirigido por control remoto a cargo de un empleado del museo, en fin, una pavada más en nombre de la interacción, del rol activo del contemplador y del museo que ha dejado de ser un lugar sagrado, conceptos ya muy remanidos.
Otro artista que comenzó su carrera en los 70, literalmente a los tiros, es Chris Burden. Una de sus performances, muy celebrada, tuvo a un amigo como protagonista. Le disparó con una pistola en el brazo, además de encerrarse en un armario durante varios días. Expone en Gagosian de Beverly Hills, una serie de maquetas de puentes en acero según el diseño de los juguetes Mysto Erector o Meccano así como una edición de balas fundidas en oro y presentadas como joyas en una caja de vidrio. Nada podía habernos dejado más indiferentes.
No nos dejaron indiferentes algunos artistas cubanos pertenecientes a la generación de los 80 que vimos en la Galería Couturier en La Brea. En esta zona muy antigua donde proliferaban estudios cinematográficos y negocios de utilería, actualmente se instalan muchos negocios de ropa sofisticada y galerías de arte. Nos interesó la obra de José Manuel Fors (1956), instalaciones fotográficas, Rogelio López Marín conocido como Gory (1953), cuyas fotos de La Ciudad remiten a esa Nueva York a la que había llegado por primera vez un par de días antes del 11 de septiembre. La retrató sin hacer alusión directa a la tragedia pero sí a la ausencia de los miles de seres que perdieron la vida y a la tristeza que invadía la ciudad.
Carlos Estévez (1969), de quien recordamos la poética “Botellas al Mar”, una instalación de dibujos sobre papel y botellas de cristal en ocasión de la Bienal de la Habana en 2000. Sus dibujos, acuarela y lápiz acuarelado sobre papel revelan unas marionetas sobre un fondo negro pero que no revelan al que las manipula. Estos seres desarticulados en medio del cosmos o con puentes como telón de fondo todavía hacen contacto a través de los hilos de la emoción.
Otra feria—Scope—fundada en 2002 alberga galerías emergentes internacionales, curadores y organizaciones artísticas que no quieren estar en el circuito de otras ferias internacionales establecidas, muy caras y manejadas por los popes del mercado. Ya se presentó en Nueva York, Miami, Los Angeles y próximamente en Londres.
Su particularidad consiste en ocupar dos pisos de un hotel, cada habitación oficia de stand y la obra se despliega en paredes, sobre las camas, en los baños.
La tendencia: cuadritos de 10 x10 cm, figurativos, dibujo mínimo, sexo bordado, retratos de celebridades en imitación piel, el miembro masculino en piel de conejo, camisetas con inscripciones como “Postgenital”, calzoncillos enmarcados, valijas iluminadas, ristras colgantes, como la de los ajos, pero rellenas de algodón.. También retratos de jóvenes andróginos por un pintor “fascinado” por los nuevos “sissies”, palabra inglesa usada por Tennessee Williams en “El Zoo de Cristal” que aludía a la homosexualidad y que aparentemente vuelve a tener vigencia. Salvo dos o tres que parecen haber pasado por algún taller o escuela de arte, nada será recordable. Pero evidentemente esta “contemporaneidad” indiscriminada parece invadirlo todo.
Alguien alguna vez dijo : “tráiganme un Rembrandt para enjuagarme los ojos”. Esto nos pasó con una extraordinaria muestra, la primera en los Estados Unidos, de Gunther Gerzso (México, 1915) en el Museo de Santa Barbara organizada en cooperación con el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, el Instituto Nacional de Bellas Artes y el Museo de Arte Moderno de México.
Pintor, escenógrafo, frecuentó a los surrealistas europeos exiliados en México, entre ellos, Leonora Carrington, Remedios Varo, Benjamín Péret, lo que se refleja en parte de su obra de los 40. En la posguerra su obra cambia hacia la abstracción geométrica en la que subyacen totems y mitos, escultura prehispánica y planos urbanos.
Octavio Paz señaló que “más que un sistema de formas , la pintura de Gerzso es un sistema de alusiones”.
Su hondura nos conmovió y hasta nos atrevemos a una comparación, la hondura de la obra del argentino Alfredo Hlito.
Son varios los artistas colegas de Raúl Alonso (1923-1993) que lo homenajean en la exposición que se exhibe en el Palais de Glace. Entre ellos, Carlos Alonso, Miguel Dávila, Aldo Sessa, Mercedes Mouzet, Guillermo Roux, Hermenegildo Sabat.
Cada uno resaltó a través de su arte alguno de sus rasgos: alegría de vivir , a pesar de sus penurias físicas, ternura, inteligencia, su identificación con los grandes nombres de la historia del arte, su gesto, a veces, severo, su eterno descontento ante la injusticia, y la dosis de locura por la que deseaba ser reconocido.
Durante el recorrido de la muestra , organizada por Galería Zurbarán y que consta de 120 obras, vale la pena detenerse en una vitrina en la que se exhiben algunos trabajos como publicista en la revista “El Hogar”. Estos dibujos nos retrotraen a las campañas de La Campagnola, Varig, Crush, Legui, sus mujeres, casi siempre sonrientes, con el glamour de la época, enguantadas, así como también las tapas de la célebre revista “Claudia” que realizó entre 1960 y 1964 bajo el seudónimo de Kali.
Casi siempre rechazado en los salones por los jurados que desdeñaban a los ilustradores, realizó su primera muestra individual en 1964 y a partir de 1973, la primera de varias exposiciones consagratorias en la Galería Bonino, donde, como lo señala Ignacio Gutiérrez Zaldívar, autor del libro sobre su vida y trayectoria, se vendían todas las obras y la crítica no ahorraba elogios.
Esto le vale ser admitido en los salones y participar de importantes exposiciones colectivas.
Un importante capítulo son sus dibujos, una técnica sobresaliente, un mundo misterioso que acompañó la obra literaria de grandes poetas y escritores como Manuel Mujica Láinez, Guillermo Whitelow, Alberto Girri.
Llegamos así a los pasteles y él mismo escribió en 1979 para la última muestra realizada en Bonino, antes de cerrar sus puertas:…”deseo que el espectador mire con atención estos pasteles a veces impacientes pero realizados con paciencia, con respeto, mientras trato de penetrar un poco en este mundo que han hecho para mí, con su belleza, los seres que quiero…”
También vuelve al óleo que revela un tratamiento sensual de la materia, “esa materia suntuosa, noble, no decadente…”
Obra de carácter lírico, los objetos y las figuras vibran, nunca distantes, combinaciones extrañas envueltas en una atmósfera que se disuelve poéticamente ya sea un bodegón, una naturaleza muerta, un vaso con flores, una jarra, un desnudo, o las abstracciones, a veces rondando el absurdo, jamás lo obvio.
Los críticos convocados para escribir el capítulo final “Raúl en el Recuerdo” destacan su sensibilidad, riqueza inventiva, oficio depurado, probidad, descreimiento acerca del triunfo y el éxito, un ser ajeno a todo divismo, poseedor del don supremo de la amistad.
Sus óleos, pasteles, tintas, una obra que revela su modo de mirar el mundo y que se traducía en una ansiosa interrogación.
Publicado en Arte al Día 2/9
Roberto Elía en Cronopios
En la actual muestra “Antológica—1969-2003” de Roberto Elía (1950) hay una obra en la que el artista descompone un elemento modesto, cotidiano y emblemático en su quehacer: el broche para colgar la ropa.
Puede conformar una figura femenina, una pareja, la figura humana acostada, una pinza, a su vez , totalmente fragmentada, siluetas.
Elía utiliza fósforos, clavos, lápices, moldes para pan, cañas. Más allá de su esencialidad, de su despojamiento como objetos, en los que apenas reparamos, este artista sensible, lector de Marechal, Arlt, Barthes, admirador de Borges, Xul Solar, Joseph Beuys, conformará alrededor de estos objetos un repertorio de ideas, de reflexiones.
Robero Elía los dotará de un nuevo significado y consecuentemente cambiará nuestra percepción. Por su sola presencia dejamos de mirarlos como utilitarios y adoptarán un rango de mayor significación.
Volviendo al broche de la ropa, muy lejos del grandilocuente , lujoso broche del norteamericano Claes Oldenburg, sirve de disparador para comprender que ese modesto elemento de madera tiene vida y puede llevarnos a una zona de la memoria, a la ejercitación del pensamiento, a un cruzamiento de conocimientos.
Por eso volvemos a un pensamiento taoista con el que cerramos una nota sobre su muestra del Centro Cultural Borges en 2001 :”Las cosas son el nombre que tienen. ¿Qué son?. Son lo que son. Nada hay que no sea algo y nada hay que no pueda ser algo”.
El recorrido de la muestra–curaduría de la crítica de arte Mercedes Casanegra y como es habitual, excelente montaje de Gustavo López Ocampo—nos hace tomar conciencia del mundo que se nos abre cuando contemplamos una obra de arte de gran contenido como en este caso.
Está íntimamente ligada al lenguaje y toma, por ejemplo, la letra K. Puede asociársela con Kafka, , en muchos trabajos aparecen enfrentadas, en sus escritos la utiliza en “poétiKa” así como la X en “aXión”, entonces, la palabra se altera, adquiere connotaciones visuales.
La rayuela, que originalmente tenía un valor ritual y que más tarde se convirtió en juego infantil, es otra de sus imágenes, un camino azaroso que lleva al cielo, a la tierra, al infierno y también a Cortázar. A veces aparecen quemadas, “papeles heridos”, confiesa el artista. Rayuelas con la imagen perforada por el fuego que dibuja el contorno de un pájaro.
El paréntesis, otro elemento visual, interrumpe, agrega un dato, contiene, abraza las siluetas.
Elía está incluido en una de las variantes de arte de concepto, por lo tanto hermética. Sin embargo, hoy la obra aparece transparente, sin artificios retóricos, y cumple el deseo del artista cuando dice “siempre busco que, entre quien mira y yo, haya algún punto de encuentro, en el sentido de que el espectador que contemple mis objetos sienta que eso se puede hacer”.
Le agradecemos al artista que el sólo mirarlas se convierta en un intenso ejercicio espiritual.
Publicado en Ambito Financiero 19/9
Tres muestras en el MET de Nueva York
Nueva York está nuevamente de pié y “la ciudad que nunca duerme”, gracias a la confianza de nuevos inversores que hicieron dinero en el mercado financiero, vive una transformación edilicia y un próspero mercado de arte al que se volcaron 62.000.000 de dólares en las recientes subastas de noviembre de arte de la posguerra y contemporáneo como no se veía desde 1989.
Nuestro periplo artístico comenzó por una visita al recientemente inaugurado museo DIA BEACON—80 minutos en tren al norte de Manhattan—una ex fábrica de galletitas construída en 1920 en acero, hormigón y vidrio sobre el río Hudson. Pertenece a DIA ART FOUNDATION fundada en 1974 y que controla seis enclaves dedicados al arte entre Manhattan, Nueva Méjico y otras ciudades americanas.
BEACON, en el que se invirtieron 50.000.000 de dólares, está destinado a alojar la colección de obras de artistas que emergieron entre los 60 y 70 en una serie ininterrumpida de salas que cubren 240.000 pies cuadrados con altísimos techos y luz natural, cambia su horario según la estación.
Una serie de casi 80 obras de Andy Warhol “Shadows”(1978) más bien decorativas, se muestran por primera vez en su totalidad. “Today Series” de On Kawara (1996-2000), a pesar de ser pequeñas obras que remiten al espacio y al tiempo a través de letras y números, funcionan en la vastedad del espacio.
Pero lo que más impresiona son los trabajos escultóricos en su gran diversidad. Por ejemplo: las tres monumentales y laberínticas obras en acero de Richard Serra que se suceden en un espacio claustrofóbico y cuyo color oxidado se transforma gracias a la luz que penetra del exterior.
Las obras de John Chamberlain, famoso por los restos de autos aplastados en acero pintado y cromo aparecen lujosas así como las de Dan Flavin que comenzó a usar tubos fluorescentes en 1961. Estos ocupan rincones, techos, pisos y también una estructura en zigzag revelándose parcialmente según la posición del contemplador, produce un gran impacto lumínico por su pureza y franqueza, ya que no esconde el elemento funcional.
Entre los artistas están Joseph Beuys, Walter de María, Donald Judd, un piso dedicado a Louise Bourgeois con obras de diferentes épocas y tamaños que culminan con su “Araña”(1997), que cubre una jaula de acero cubierta con antiguas alfombras.
Pero entre las obras que quitan el aliento señalamos “North, East, South, West”(1967/2002) de Michael Heizer. Cuatro formas geométricas cavadas en el suelo , rodeadas por un cerco de vidrio y a las que se accede desde un extremo. Heizer logró crear una atmósfera de temor reverente, casi como una experiencia religiosa.
Con un alambre cubierto de tejido acrílico Fred Sandback creó una escultura que forma un lugar o volumen sin ocuparlo ni oscurecerlo. Una obra , también conmovedora y como señalaba el artista”absorbe la luz, está llena de alusiones pero no refiere a nada en particular”.
Una muestra imperdible es “Schoemberg, Kandinsky and The Blue Rider” en el Jewish Museum. Treinta y seis pinturas de Schoemberg que comenzó a pintar en 1905, disciplina a la que se dedicó después de haber roto con la tonalidad. En 1912 comenzó a dirigir y no tuvo más tiempo para el arte plástico pero continuó dibujando hasta el final de su vida.
La mayoría son autorretratos y retratos de sus amigos llamados “Visiones”, reminiscentes de fotos de pasaportes, algunos caricaturescos, otros con alguna incursión surrealista, muy sombríos, monocromáticos y opacos. Entre los autorretratos se encuentra el que le regaló a Leopold Stokowski en 1944.
La muestra abre con una obra de Kandinsky, “Impresión III ., perteneciente a la Colección Lenbachhaus (Munich) y que viene a los Estados Unidos por primera vez. Cuadro clave de 1911 que inicia la relación entre estos dos gigantes que se destacaron por su rebeldía contra la tradición , almas gemelas del modernismo y amistad que se tradujo en un profuso epistolario.
En una carta Schoemberg le señala que “el arte pertenece al inconsciente, uno debe expresarse a sí mismo, no por el gusto, o la educación, inteligencia, conocimiento o habilidad sino por lo que es intuitivo”.
Entre las obras de Kandinsky se encuentran aquellas en las que refleja su interés por el arte folklórico ruso y las miniaturas persas, algunas formas que aluden a figuras humanas que se verán hasta alrededor de 1920, época en la que la relación Kandinsky- Schoemberg ya estaba terminada.
Hay un Kandinsky notable, “Sketch for Composition V”(1911) prestada por el Hermitage: líneas negras a manera de latigazos, formas paisajísticas furiosas, casi abstractas aunque en colores más apagados.
En otras salas se exponen obras de otros miembros del movimiento expresionista Blaue Riter, entre ellos, Marc, von Jawlensky, Macke con su célebre “Yellow Cow” de vibrantes colores, pura alegría, Bloch y Gabriele Münter. Pero el placer de esta muestra se ve aumentado por el Acoustiguide que íntimamente acompaña el relato didáctico y escueto con música de Alban Berg, Antón Webern, Mahler y por supuesto, Schoemberg.
El exterior es ruido, consumo, alta tecnología, casi robotización, un mundo desmesurado. Pero todo esto desaparece en las salas del Metropolitan Museum donde se exhibe una muestra de El Greco organizada por dicho museo así como por The National Gallery de Londres y al recorrerla observamos cómo su mística y religiosidad aún trascienden y envuelven al observador.
Comienza con un grupo de íconos recientemente reconocidos pintados en Creta antes de su llegada a Venecia en 1567 y transformarse en un discípulo del Ticiano, un ávido estudiante del Tintoretto, Veronese y Bassano. Magníficamente presentada, de manera temática y cronológica, se encuentran juntas distintas versiones de “La Expulsión de los Mercaderes”pintadas en diferentes épocas (hacia 1595-1600).
“La Resurrección” de 1590 con su cualidad visionaria y la majestad de la forma de carácter ascensional así como “La Adoración de los Magos”(1612-14), una de sus más grandes obras, fueron prestadas por el Museo del Prado.
Con muy buen criterio curatorial se han colocado ejemplificaciones de obras de Picasso como “Niño llevando un caballo” de 1906 inspirada en “San Martín y el Mendigo”pintada entre 1597 y 1599. Otras obras dejaron una impresión indeleble en el malagueño cuando estaba pintando sus “Demoiselles d’ Avignon”(1907) que siempre consideró al Greco como un precursor de Cézanne y el Cubismo.
El crítico y pintor Roger Fry también vió los rasgos modernistas en su obra y la “deliberada distorsión de los planos” que se encuentran en elGreco.
Velásquez decía que los artistas deberían estudiar sus retratos. Es notable el conjunto de cardenales, hidalgos, poetas, jurisconsultos, mujeres novelescas, en fin, la sociedad toledana de la época. Generalmente ostentan una suerte de arquetipo caballeresco- religioso y entre ellos es célebre el “Retrato del Cardenal Niño de Guevara”( Metropolitan Museum). Parece levitar en su sillón carmesí, viste suntuoso ropaje rojo, manos enjoyadas. Su mirada acerada, reflejo de una personalidad amada y temida, es un ejemplo de cómo El Greco dotó al género de una interpretación sicológica de gran intensidad.
También hay un ejemplo de una obra de Cézanne “Mujer con Cuello de Piel” basada en un Greco de 1570. En cuanto a los paisajes Theotocópuli los copiaba del natural pero sólo como esquema de su realidad y le encantaba cambiar el sitio de la catedral o del alcázar toledano. “Vista de Toledo” (1597-99) de la colección del Metropolitan, con sus peñascos gris acero constituye un retrato espiritual de la ciudad y una maravillosa visión onírica.
No es de extrañar que este griego “embriagado de Dios y de Crepúsculo” haya sido tan admirado como el pintor que percibió la profunda mística de la vida.
En el libro “Después del fin del Arte”, Arthur Danto incluye a Phillip Guston (1913-1988) entre los artistas de los 60 y 70 que sentían que era tiempo de regresar , no a estilos desgastados, sino a “la verdad y la vida genuinas”.
“Me cansé de la pureza, quería contar historias”. Es así como de las abstracciones realizadas entre los 50 y 60—Pollock, Rothko, de Kooning, Kline eran sus amigos—pasó a sus pinturas “impuras”. Historietas de hombres encapuchados asociados con el Ku-Klux- Klan, cabezas con un solo ojo separadas del cuerpo, piernas delgadas y pilosas calzadas con zapatones, objetos cotidianos apilados en colores rojo, negro, blanco sucio.
La obra de sus últimos 20 años es reconocida actualmente por el singular poder de su visión entre sombría e hilarante de una era artística y política turbulenta.
Al principio uno cree que está frente a un comic, inspirado en Mutt y Jeff o Mickey Mouse, personajes que copiaba en su infancia, pero poco a poco se convierte en una terrible acusación contra la guerra de Vietnam, el asesinato de Robert Kennedy y Luther king, la represión en Chicago de 1968.
Las figuras encapuchadas de blanco, una ranura a manera de ojos, las manos carnosas como garras daban la voz de alerta acerca de la política americana a fines de los 60.
Son igualmente dramáticas las imágenes de cientos de suelas de zapatos contra una pared de ladrillos o las piernas velludas que caen por ella, un autorretrato “Painting, Smoking, Eating” (1973), en la cama , actitud indolente, mirando al techo, fumando y un plato con sandwiches, en una paleta rosada que mostró por primera vez junto a otras obras de este tenor en la galería Marlborough.
El retrato de Richard Nixon transpirando en la playa de San Clemente arrastrando su pierna vendada con flebitis y que se exhibe por primera vez, es un cruel testimonio a la vez que expresivo de su gran libertad.
Después de un ataque cardíaco en 1979, se volcó a objetos familiares, por ejemplo. una pila de cerezas frescas sobre una mesa de cocina así como imágenes de su psique.
Esta visita al Metropolitan Museum terminó en una sala en la que se exhibe”Crossing the Channel”. Pintura inglesa y francesa en la era del Romanticismo. Explora aspectos de la extraordinaria red de intercambio cultural que se desarrolló entre Inglaterra y Francia en las aproximadamente tres décadas posteriores al fin de la larga guerra entre ambas en 1815.
La pintura romántica se erigió sobre tres pilares: el incisivo realismo de Géricault—hay una réplica de gran tamaño de “La Balsa de la Medusa”, la apasionada imaginación de Delacroix y la luminosa paleta del inglés Richard Parker Bonington.
La mayoría de los óleos agrupados temáticamente aparecieron en las primeras muestras de 1820 en lasque expusieron Constable, Turner, Corot, y muchos otros bastante olvidables. Son 140 obras entre pinturas, acuarelas, dibujos, escenas de caza, paisajes bucólicos, paisajes con caballos con crines al viento, un poco abarrotadas, quizás a la manera de los salones de entonces y a las que con algunas excepciones, actualmente se les echa , como diría Jorge Romero Brest, una mirada oceánica.
Publicado en Ambito Financiero 21 y 28/11