Fiterman en Cecilia Caballero
Jacobo Fiterman, ingeniero, desarrollador inmobiliario, prosecretario del CAI, dirigente de la comunidad judía, coleccionista, ex Secretario de Obras Públicas de la Ciudad de Buenos Aires, creador de ARTEBA, de la Fundación Alon para las Artes y ya casi cerca de sus 89 años, “También fotógrafo”.
Este es el título de la muestra que exhibe en la Galería Cecilia Caballero, un regalo que se hace y nos hace a los que hemos acompañado sus andanzas, siempre innovadoras, por el mundo del arte.
La mayoría de los que lo conocen hablan de sus desafíos, por ejemplo: la publicación de libros y catálogos sobre Carlos Alonso, entre ellos, “La Divina Comedia”, “El Matadero”,
Policastro, Victorica, Battle Planas, textos e ilustraciones de Mujica Láinez- todos ellos para atesorar- y que acompañaron importantes muestras en la Fundación Alon.
¿Qué dice Fito, como todo el mundo lo llama, sobre este último desafío? “En realidad, no soy fotógrafo, simplemente hago fotografía y en cada toma busco que haya algo importante que deseo transmitir o compartir”.
Acompaña la muestra un excelente libro impreso por la Fundación Alon con fotografías tomadas en Buenos Aires, y en sus innumerables viajes a Nueva York, ciudad que ama, Estambul, París y Londres.
Ninguna de las fotografías tiene el afán de sorprender por su sofisticación en cuanto a la arquitectura, de esto ya se han ocupado notorios fotógrafos en libros y revistas especializadas.
Su cámara y su celular captan lo cotidiano, lugares que se descubren desde una ventana, desde una terraza, un estacionamiento o simplemente caminando por la calle.
Pero hay mucho arte visto por Fiterman lo que nos permite hacer asociaciones como por ejemplo, una toma en una galería o sala de un museo. Una pared negra vacía. Una mujer sentada mirándola. ¿Cómo no pensar en Rohko y su capilla en Houston , ideal para la meditación? Pero simplemente era una pared ya preparada para una próxima exhibición.
Damien Hirst hizo en 2005 su serie de registro de farmacias de Londres y alrededores además de sus gabinetes de drogas para revelar cuan hipermedicamentada está nuestra sociedad. Fiterman no hizo un registro tan abarcativo pero seguramente se inspiró para fotografiar la estética de una farmacia porteña.
Hay una serie de retratos de personas de distintas etnias y no necesariamente tiene que ser un rostro o un cuerpo. Conmueven las piernas cruzadas de una pareja, en este caso Fito y su esposa Nora, que traducen la serenidad y el compañerismo de tanta vida juntos.
Pero si hay algo que Fiterman revela es su amor por Nueva York. Townhouses del Upper East Side y sus puertas de colores, otras puertas en barrios rodeadas por columnas, ornamentaciones con escudos heráldicos, rosetas, puertas de iglesias con relieves románicos.
Una serie imperdible para un próximo viaje a la Gran Manzana y no solamente mirar hacia las torres de cristal que se elevan desafiando cánones arquitectónicos y que tanto nos deslumbran.
Los comederos callejeros, los famosos “diners” donde se puede comer una salchicha de pie, el paisaje desolado de un balneario cerca de Coney Island y todo el kitsch de la propaganda que ofrece cerveza y hamburguesas, las famosas esculturas con las letras correspondientes a la palabra LOVE, diseño de Robert Indiana , artista fallecido este año muy vinculado al POP y que se encuentran en muchos lugares de los Estados Unidos.
Las fotografías de Fiterman tienen carácter humanista pero no intentan crítica social alguna, no son solemnes, no hay submundos, no hay documentos sociales reivindicadores.
En el libro “Sobre la fotografía “de Susan Sontag leemos lo siguiente: “Las fotografías muestran realidades que ya existen aunque sólo la cámara puede desvelarlas. Y muestran un temperamento individual que se descubre mediante el recorte que la cámara efectúa en la realidad”.
Hablamos del humanismo que se percibe. Esto lo confirma una expresión de Robert Frank : “Hay algo que la fotografía debe contener, la humanidad del momento”.
Publicado en Ambito Financiero