El estudio de Francis Bacon en Dublin.
Dublin , que visitamos por primera vez, se caracteriza por la bonhomía de su gente, su permanente sonrisa, su afición por la Guinness, sus pubs de la zona The Temple, sus cantos celtas y tesoros como la Christ Church que data de 1030 y San Patricio cuya construcción actual se inició en 1200 y finalizó en 1270. Rica por su tradición musical, su coro participó en la primera presentación del Mesías de Handel.
La visita al famoso Trinity College en cuyos cuidados jardines encontramos obras escultóricas de Henry Moore, Calder y Pomodoro nos regalaría conocer su famosa biblioteca, una de las más grandes del mundo, 3.000.000 de volúmenes en 8 edificios . Solamente tres están abiertos al público y en uno de ellos se encuentra el Libro de Kells, escrito hace mil años, manuscritos ilustrados con motivos ornamentales, que relatan los 4 evangelios del Nuevo Testamento.
Por sus aulas pasaron Jonathan Swift, Samuel Beckett, Oscar Wilde, James Joyce a cuyo museo fuimos a orillas del Mar de Irlanda en Sandycove, que se destaca por su arquitectura victoriana y eduardiana.
Este museo es una meca para los conocedores de Joyce ya que vivió en la Martello Tower durante un breve período y que inspirara las primeras páginas de su famoso Ulyses.
Tendríamos muchas más sorpresas pero una de las más significativas se encuentra en la Dublin Gallery The Hugh Lane, así es su nombre completo.
Francis Bacon nació en Dublin en 1909 pero sólo vivió allí hasta 1914 cuando se declara la Primera Guerra Mundial y los Bacon se instalan en Londres. Debido a su asma no pudo seguir una escolarización tradicional y lo internan en una escuela donde vive sus primeras amistades amorosas.
No relataremos aquí su vida juvenil ni su vida turbulenta.
Pasa un tiempo en Berlín, más adelante se instala en Chantilly donde aprende francés, descubre a Picasso, empieza a dibujar y pintar acuarelas. Trabaja posteriormente como decorador en Londres y en 1931 decide dedicarse a la pintura.
Comienza a exponer y en 1944 pinta “Tres estudios de figuras junto a una crucifixión” que provoca gran indignación. El comprador la dona a la Tate Gallery que recién la acepta en 1953.
Así como no nos referimos a su vida personal tampoco analizaremos su obra pictórica que despierta en nosotros gran admiración.
Lo que hay en la Dublin Gallery es una instalación gigantesca, producto de un trabajo arqueológico. Se trasladó aquí su estudio de 7 Reece Mews, Londres, donde vivió desde 1961 hasta su muerte en 1992.
Donado por John Edwards en 1998, se abrió al público en 2001. Dijimos que era un trabajo de arqueología ya que se ha computarizado el archivo completo donde había alrededor de 7000 objetos: 5700 libros, y catálogos, 1500 fotos, 100 pinturas tajeadas, 1300 hojas arrancadas de libros, 70 dibujos, correspondencia, revistas, diarios, muebles, discos, caballetes. Un archivo que da un exclusivo abordaje de sus influencias y técnicas. Todo mostrado de la manera caótica en la que lo rodeaban.
“Este desorden a mi alrededor es como mi mente, es una buena imagen de lo que pasa dentro de mí, mi vida es como esto. Amo vivir en el caos, me gusta esta caótica atmósfera”.
Recordamos lo que el crítico inglés John Russell escribió acerca de Francis Bacon: “ en adelante, a mis ojos, iba a encarnar “la pintura” más que ningún otro artista. Su pintura nunca me abandonaría, se engancha a ti, vive en ti, contigo. Sus personajes en crisis generalizada física y moral, viven a tu lado y te recuerdan que la vida es esa cuerda tirante tendida entre el nacimiento y la muerte”.
Huelga decir la impresión que nos causó además de algunos dibujos expuestos, entre ellos, el último en el que estaba trabajando cuando falleció.
Publicado en Ambito Financiero