Charla en Librería Menéndez
Hay un libro clave en la historia del Arte Argentino: “40 Dibujantes Argentinos” Ediciones Actualidad en el Arte, que no sé si existe
Osiris Chiérico, Sarah Guerra, Elba Pérez, Osvaldo Seiguerman , Rodolfo Bretones y Raúl Vera Ocampo fueron los críticos que se ocuparon de los artistas, Hugo Monzón escribió el prólogo titulado “El Dibujo en la Argentina”. Vale la pena citarlo a propósito de esta muestra en la que un par de ellos, Carlos Carmona y Jorge Meijide fueron incluídos.
Decía Monzón: “Siempre se dibuja. Dibujar es una ocupación natural, entrañable para algunos artistas. Un ademán inmediato, hecho en razón de un razonamiento o para la rápida fijación de una imagen mental, de una sensación , de un sentimiento.
En ese escrito, Monzón cita a Spilimbergo, a Lajos Szalay que impulsaron los buenos momentos para el dibujo en la Argentina en las que surgieron jóvenes y dotados dibujantes que asimilaron sus lecciones y descollaron en esta disciplina. Debe reconocerse que actualmente
surge con fuerza como puede verse en muestras institucionales, galerías y espacios de arte.
El dibujo, probó toda clase de soportes, técnicas, superó las barreras de los tamaños, aparecieron grandes superficies y formatos que estaban reservados a los hechos pictóricos.
Pero estamos en esta pequeña sala en la que se reúnen grandes artistas del dibujo y tengo en mis manos el catálogo de la tercera muestra del Grupo Coincidencias realizada la Galería Perotti, la primera se exhibió en Mundo Nuevo y la segunda en la Galería Laura Haber. Se reunieron porque coincidían en la difusión del dibujo, a veces injustamente relegado. Coincidir reflejaba un homenaje a destacados cultores a través de todos los tiempos.
Lo integraban Carlos Carmona, Jorge Meijide, Jorge Tapia, Blas Vidal y Ladislao Kelity que posteriormente dejó de acompañarlos.
No voy a mencionar sus curriculums ni sus premios ni sus datos personales ya que están en libros y en la web.
Empezamos por Jorge Tapia sobre el que escribí , una primera nota,no recuerdo con exactitud la fecha , creo que en el 2000. La muestra se titulaba “El enigma de las esferas” en Galería Suipacha. Reitera su rigor dibujístico, por entre los cubos abiertos se encadenan sus engranajes inclasificables, se amontonan, caen ininterrumpidamente. Señalamos que en su carácter de gran maestro del dibujo podría sorprender con una imagen que liberara en algo sus obsesiones, su equilibrio, su minuciosidad para no solamente admirar su planteo formal. Nos preguntamos , entonces, si esta no era una manera de exorcisarlo?. En el curso del tiempo abrió su imagen , como lo que se puede ver actualmente, pero sigue también intacto su horror vacui, que en cierta forma , para los que seguimos su trayectoria , es una de sus características.
Debo haber escrito mi primera nota sobre Jorge Meijide en 1997 cuando recreó los días de la escuela pública primaria: revelaba la ilusión del respeto por la patria, la admiración por los héroes que estaban en el bronce, la celebración de epopeyas históricas y hasta las faltas de ortografía Se atrevió a hacerlo en una “época de crisis educativa” que evidentemente es crónica. Nada estaba exento de ironía y seguimos en lo mismo a pesar de los años pasados. Los cuadros aquí expuestos URBANO I, II, III y IV a los personajes el agua les llega al cuello, todo se inunda, todo va a desaparecer, su mirada del presente es la degradación. En una ocasión dijo: “me rebelo frente a la destrucción del individuo y de la identidad del hombre”, algo que parece constatarse diariamente. Crítico del mundo, de la sociedad, no ahorra mordacidad en sus imágenes.
Carlos Carmona es un reivindicador del oficio del dibujo. Sus temas tienen que ver con monstruos voladores, ominosos, que sobrevuelan las ciudades. Obras inquietantes, metafóricas , bichos al acecho , por qué no pensar que acechan al ciudadano de a pié, nosotros los habitantes de las urbes. Técnica impecable, mundos imaginarios, solía decirse, pero con el transcurrir del tiempo se hacen realidad, ya que existen y actualmente a cara descubierta rozando el grotesco, amenazantes. Una imagen recurrente: el esqueleto, a la manera del mejicano José Guadalupe Posada con la que se burlaba de la clase alta, la desnudez de los seres con los que llena el colectivo, nuestro típico medio de transporte.
No hace mucho escribí que Blas Vidal “nos regala “ sus pequeños formatos: caligrafías, ejercicios abstractos que según la psiquiatra y psicoanalista Patricia O¨Donnell, además gran observadora de la obra de muchos artistas y autora de prólogos, “nos hace ver lo maravilloso y lo ominoso, sentimiento opuestos que están en la base del sentimiento estético”
El dibujo de Vidal no es descriptivo, las imágenes son misteriosas y enigmáticas quizás por su conocimiento y adhesión al automatismo.
No sé si es así porque nunca lo ví trabajar pero intuyo que para trabajar automáticamente es ponerse frente al papel o la tela y que la mano desarrolle sus movimientos en total autonomía de la voluntad. Método difícil porque pone en movimiento cosas que pueden ser angustiantes. Pero su obra no es en absoluto angustiante, sí misteriosa Una vez le preguntaron a Aizenberg qué expresa su pintura y respondió que eso que estaba allí y ninguna otra cosa. Lo que sí hay en sus dibujos, grafito, lápiz color, rigurosamente realizados , es ese aire metafísico y surrealista que transparenta su personalidad, una poética propia que se transmite al contemplador alerta.
Termino ese examen al que me han sometido estos grandes del dibujo con algunos pensamientos de John Berger, pintor, escritor, teórico británico fallecido a los 90 años en Francia que disfrutaba dibujar, autor del famoso libro “Modos de ver” y entre otros, “El cuaderno de Bento” dedicado a Baruch Spinoza, padre de la Ilustración, que vivió entre 1632 y 1677 del que se dice frecuentaba a Rembrandt.
“Quienes dibujamos no sólo dibujamos a fin de hacer algo visible para los demás sino también para acompañar a algo invisible hacia su destino insondable.”. En los tres primeros capítulos lo repite con alguna variación “Quienes dibujamos no sólo dibujamos a fin de hacer visible para los demás algo que hemos observado sino también para acompañar a algo invisible hacia su destino insondable”.